Es importante que los niños aprendan a controlar sus emociones, pero antes deben aprender a identificarlas y entender que todos nos sentimos felices, enfadados, tristes o con miedo.
Las emociones están con nosotros siempre; a medida que crecemos desarrollamos mecanismos para enfrentarlas y controlar las reacciones que nos generan, pero los más pequeños muchas veces las dejan fluir de forma mucho más espontáneas y naturales.
Como padres, tratamos de regular estas emociones, sin embargo, en el camino podemos generar en los niños una represión de las mismas.
Frases como: “No se llora por eso”, “Los hombres no lloran”, “Eso no es motivo para tener miedo”, “No grites que molestas a los demás” (aunque sea de felicidad), “No es para tanto”, pueden hacer que los niños empiecen a pensar que mostrar sus emociones no está bien.
Reprimir demasiado en este sentido a nuestros hijos pueden generar en ellos: retraimiento, somatización (que las emociones se reflejan en forma de malestar físico), ansiedad e inseguridad entre otras.
¿Qué podemos hacer entonces? Cosas tan sencillas como hablar con ellos o jugar, pero hay más.
Si algo les ha hecho llorar desconsoladamente, podemos decirles que entendemos que se sientan así, pero que seguramente después estarán mejor dale su tiempo y no trates de resolver el conflicto en el momento de la crisis.
Una vez que estén calmados podemos ayudarles a identificar si estaban enojados, tristes o tenían miedo y darles algunas estrategias como que respiren profundo cuando les vuelva a pasar, que traten de no gritar ni decir cosas feas hasta estar más tranquilos.
El leer un cuento o ver una película siempre nos brinda la ocasión de reflexionar en la historia y en las reacciones de los personajes.
Podemos preguntarles qué emoción creen que está sintiendo el protagonista, la razón de que se sienta así, qué opina de lo que pasó y si cree que hubiera podido reaccionar de forma diferente.
El leer un cuento o ver una película siempre nos brinda la ocasión de reflexionar en la historia y en las reacciones de los personajes.
Podemos preguntarles qué emoción creen que está sintiendo el protagonista, la razón de que se sienta así, qué opina de lo que pasó y si cree que hubiera podido reaccionar de forma diferente.
Una buena idea es desarrollar con nuestros hijos una lista de cosas que les hacen sentirse bien y hacer que la tengan siempre disponible para cuando estén tristes, enojados o con miedo.
Sin duda uno de nuestros mayores retos como padres es ayudara nuestros hijos a saber identificar sus emociones, a no reprimirlas y poder responder adecuadamente ante ellas.